benjamingrullo

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Wednesday, July 20, 2011

La Lengua de la Identidad (2ª parte)

Antes de ponerme con la difícil contestación a Elefanta subo este párrafo que acabo de encontrar. Encaja perfecto con la expresión “Voces Ancestrales” y los primitivismos que permanecen en nuestro lenguaje y pensamiento. También encaja con lo válido que puede resultar el origen de una palabra para determinar su significado real. Sí, todo lo contrario que he defendido en mi burla a cierta filología, pero no siempre es así, eh.

“Algunos pueblos se imaginan a sus muertos o a cierto número de ellos como ejércitos en combate. Entre los celtas de las Tierras Altas escocesas, este ejército de muertos es designado con una palabra especial: sluagh. Esta palabra se traduce en inglés por “spirit de multitude” o “multitud de espíritus”. El ejército de espíritus vuela en grandes nubes de un lado para otro, como los estorninos sobre la faz de la tierra. Siempre vuelan a los lugares de sus pecados terrenales. Con sus infalibles flechas envenenadas matan a los gatos, perros, ovejas y reses de los hombres. Libran batallas en el aire como los hombres en la tierra. En las noches gélidas y claras, podemos oírlos y ver cómo sus ejércitos avanzan unos contra otros y se repliegan, se repliegan y vuelven a avanzar. Después de una batalla, su sangre tiñe de rojo farallones y rocas. La palabra “gairm” significa “grito, llamada”, y sluagh-gairm era el grito de guerra de los muertos. Más tarde se convirtió en la palabra “slogan”, el nombre que recibe el grito de nuestras masas modernas deriva de los ejércitos de muertos de las Tierras Altas.” Masa y Poder – Elias Canetti

Me encanta esta relación del eslogan con los muertos. Bajo nuestro lenguaje aparentemente ilustrado y científico subyacen los miedos básicos humanos que hacen que el lenguaje de la identidad funcione tan bien como funciona. Creo que es el miedo a la muerte el que activa el inconsciente instinto de pertenencia. El instinto de pertenencia y la muerte están tan imbricados que se puede decir que son lo mismo. El miedo a la muerte también metáfora de ser excluido, de quedarse solo… Es gracias a este miedo que resulta tan fácil cargar el lenguaje de identidad y hacer que una palabra, una frase o todo un discurso queden reducidos a un reconocimiento de un Nosotros. Creo que sin miedo el lenguaje de la identidad no podría existir. Pero como es imposible que el miedo no esté… habrá que reconocer el miedo y estudiar el funcionamiento real del lenguaje y la interacción entre lenguaje ilustrado y lenguaje identitario. Me da que existen unos patrones lingüísticos que se repiten en todas las identidades. Los mismos patrones que hacen que una lengua aparentemente racional pueda ser utilizada para todo lo contrario.

A través de elementos como el eslogan (los muertos), la lengua de la identidad carga de emoción y pertenencia las palabras, puentea el entendimiento más superficial, el ilustrado, el conceptual, el abstracto… para imponer su oculta comunicación emocional. El contenido del lenguaje identitario no se puede descifrar atendiendo a lo que racionalmente significa. Es un lenguaje en el que los argumentos carecen de valor porque sólo se entiende en clave de pertenencia. El mismo argumento puede servir para celebrar el Nosotros o para denigrar al Ellos. Lo importante de ese lenguaje es el sujeto colectivo implícito, saber cuál es su Nosotros. Y aquí, un solo marcador identitario, una sola palabra, puede hacer que todo un discurso tenga un significado identitario diferente.

La función de este lenguaje sólo es galvanizar un grupo y no transmitir argumentos morales. Infectando el lenguaje de marcadores identitarios que activen el inconsciente instinto de pertenencia se consigue que el lenguaje, instrumento de nuestra libertad, la base de nuestro criterio y de la comunicación con uno mismo, deje de ser una herramienta para filosofar, para analizar, para pensarse y pase a convertirse exclusivamente en lenguaje identitario, un instrumento para reconocernos como miembros de una comunidad. Es tan sencillo que asusta. La opinión se convierte así en un gesto más, con el mismo valor como signo de reconocimiento que un penacho de plumas. El lenguaje ha quedado reducido a su función más primitiva, la única información que buscamos en él es averiguar cuál es el Nosotros del hablante.

¿A que los que padecemos la lengua de la identidad en el País Vasco sabemos perfectamente cómo funciona?

(continuará)

Thursday, July 07, 2011

En ocasiones oigo voces (El lenguaje de la identidad 1ª parte)

Muchas gentes modifican la idea de sí mismos cuando se integran en el sistema de producción. Lo he visto. Gentes que se hacen conformistas y se adecuan al Nosotros que detectan como mayoritario, gracias al cual van a sobrevivir y ascender profesionalmente. También es verdad que muchos regresan a la condición de individuo cuando se jubilan. Tienen ya la supervivencia material asgurada y pueden escapar del campo de fuerza de la pertenencia. A algunos cierta vanidad histórica les impide este momento de redención, pienso en Felipe González cuya falsa jubilación es una etapa más en la degeneración que ha sido parte de su vida, pero para otros llega un momento extraño en la introspección y de ajuste de cuentas consigo mismos. Se escapan del Nosotros y parecen recuperar su obligación para la comunidad humana en general. Es entonces cuando son capaces de lo mejor. Un ejemplo conocido de intelectual redimiéndose a golpe a articulo de cada una de sus anteriores sinsorgadas gregarias es Joseba Arregi, aquel Consejero de Cultura del Gobierno Vasco que quería que sus hijos sólo supieran eusquera y alemán. Y que hoy se supera cada día en sus artículos. Un caso parecido parece ser el de Connor Cruise O´brien.

He disfrutado leyendo su libro Voces Ancestrales – Connor Cruise O´brien, recomendado por alguien en el blog de Santiago González. Imprescindible el capítulo dedicado a Patrick Pearse. También la interpretación del autor del Plan de Paz irlandés pone los pelos de punta. Pero lo imprescindible es su constatación de que bajo el lenguaje formalmente profano, ilustrado, ciudadano y aparentemente republicano persisten y dominan conceptos mágicos. Llega aquí más lejos que Orwell y su lengua del no-pensamiento. Connor se acerca más a explicar la lengua de la identidad, la lengua religiosa creadora de Nosotros.

Aunque después la caga, porque él mismo recurre a un concepto cuasimágico: “Voces Ancestrales” una metáfora que poco ayuda a explicar al hombre. El nacionalismo entra dentro de eso que llamamos irracionalismo, toda un área de conductas, sentimientos, reacciones… que continuamos sin entender. Exponer al vampiro, a los espíritus, a las voces ancestrales… a la luz del día es lo mejor para terminar con ellos. Mal vamos si tenemos que recurrir a la poesía. Y esto es lo malo, que el concepto “Voces Ancestrales” tiene un significado ilustrado imposible. Es bastante inútil para que los hombres que las oyen se entiendan a sí mismos y las acallen. Su poder como conjuro científico contra las sombras es muy limitado. De una utilidad práctica nula.
Además, es un concepto que da lugar a equívocos. Porque, a ver, ¿cuáles son los ancestros que susurran al siniestro inconsciente de Troitiño o de Ignacio de Juana Chaos? Todos menos los suyos. Obvio. Y a más del 90 % de la población del País Vasco. O incluso al 100%. Todos tienen que discriminar a algunos ancestros para escuchar a los que están de moda. El propio Arzalú, principal intérprete del pasado y el sentido de la historia gregaria, debe de hacer esfuerzos desmedidos para acallar la voz de su ancestro más cercano: su papá. O sea, que de ancestrales esas voces poco. Son más bien fantasmas modernos disfrazados de atavismo.

“Voces ancestrales” como concepto deja mucho que desear. Es tan poético, como poco científico. A no ser que admitamos el espiritismo como modalidad política y confiemos en la ouija, en la lectura de los posos de café o en la filología. Habría que hacer un esfuerzo por darle un contenido más comprensible a la metáfora. Es verdad que su supuesto equivalente científico “inconsciente colectivo” es igual de chamánico y críptico. Con lo fácil que resulta hablar de “instinto de pertenencia”. Y todos podemos reconocer a posteriori cómo ese instinto nos ha condicionado. Pero eso de oír voces… literatura.

*Voy a intentar sistematizar un poco el mecanismo gracias al cual el lenguaje ilustrado se convierte en lenguaje identitario. Cómo un lenguaje cuya principal función es argumentar y transmitir información queda reducido a un instrumento para celebrar el Nosotros y confirmar nuestra pertenencia. En realidad no sé cómo lo hace, pero bueno, a ver cómo sale.